El verano NO es para los blancos 1 (o por qué el verano me odia)

A lo largo de los años de mi vida y habiendo realizado distintas pruebas en mi blanca humanidad, he logrado arribar a la revelación que procedo a indicar: el verano NO es para los blanquitos.
Es para los de piel clara para arriba.
Los de más abajo, los blancuchos, los muy rubios, los no tan rubios pero blancos al fin... no. Nada. El verano te odia, sabelo.
Al verano le gustan aquellos que se broncean en dos días; aquellos que van a la playa y vuelven a casa con la nariz rosita. Se complace en las piernas bronceadas, en los cabellos que se aclaran y en los hombritos pelados.
Al mismo tiempo, el verano detesta a los blancos, a los que van a la playa todos los días y vuelven como si hubieran ido en pleno julio. Ni hablar de quedarte en malla: estás blanco, queda horrible!... ponete esa remera ya mismo!!.... El verano odia los pareos, porque esos dibujos cabalísticos estampados sobre fondos coloridos resaltan tu color etéreo. Ubicate: sos pálido!
El verano se mata de risa cuando ve que sacás del bolso el bronceador, porque si te tirás al sol sin protección te rostizarías en menos de lo que se tarda en decir 'blancucho'... pero si te ponés el bronceador, las posibilidades de broncearte se reducen al mismo nivel que las probabilidades de que un tipo que reclute modelos te vea y diga: 'oohh que blancura nacarada perfecta... querés venir a trabajar a Vogue como modelo de blancura?'.

Bronceador o no bronceador: ese es el dilema.
De aquí se desprende un sub-dilema: rosadito o color crustáceo como la langosta de la sirenita: qué factor de bronceador, esa es la cuestión.

Seguiremos discurriendo sobre estas importantes cuestiones en la próxima entrega.

Mientras tanto, les dejo la única solución que se me ocurrió por ahora para ser blanquísima y feliz.



Enjoy!!